¿COMPETICION O EXCURSION?
Son lejanos ya los días en que bien como colegiales o bien con nuestros padres, íbamos de excursión.
Se trataba en ambos casos de situaciones excepcionales que rompían la monotonía diaria y a cambio nos ofrecían casi siempre un día de jolgorio y alegría en pleno contacto con la naturaleza, descubriendo muchas de las veces cosas nuevas, nuevos parajes, nuevas formas de vida que nada tenían que ver con nuestra diaria representación en el teatro urbano.
En esos eventos, conocíamos a caballos y yeguas, vacas, ovejas y cabras, gallinas.... y siempre, siempre había algún perro sin collar ni raza que venia a nosotros moviendo el rabo en señal de alegría y nos ofrecía una amistad eterna que solo duraba hasta que teníamos que volver al autocar o al coche familiar, y el se quedaba con la mirada triste sin saber porque tan rápido perdía al compañero de juegos y caricias.
Descubríamos las montañas y los manantiales de agua helada, de los que se podía beber a ras de suelo o con un trozo de teja dejado por un lugareño.
Nos adentrábamos en bosques por estrechos senderos de zarzas y árboles que nos prometían encontrar las hadas y los gnomos de los cuentos y las películas.
Subíamos a riscos de piedras graníticas desgastados por las aguas y las heladas y jugábamos al rey de la fortaleza o construíamos una cabaña india con cuatro ramas de pino y algunos trozos de retama.
Y luego estaban los olores. Aquel maravilloso olor de las mañanas con el rocío en el musgo impregnándolo todo, con los tomillos y las jaras saturando las tardes de calor en verano, o con el olor a vacas o a cerdos al llegar a alguna granja. Que diferentes sensaciones olfativas tan distintas del olor a gasoil mal quemado de los autobuses urbanos en la ciudad, de la contaminación, de las esquinas convertidas en urinarios al lado de las zonas oscuras con bares extraños, del olor a rancio de las casas antiguas de los barrios viejos habitados en su mayoría por personas mayores que se hacinan en pisos pequeños y sin ascensor.
También estaban los paisajes. Aquella luz deslumbrante sobre la cumbre nevada de las montañas. Aquellos mares de trigo o centeno, meciéndose como olas en los meses de mayo y junio, esperando la guadaña o la hoz (que raros eran los tractores o las cosechadoras). Y entremedias, salpicándolo todo, aquellos puntos de insultante rojo que son las amapolas, flor humilde donde las haya.
Mis recuerdos de las excursiones, están ligados al bocadillo, a la tortilla de patata en la fiambrera, a los filetes empanados y la sandia o melón puesto a refrescarse en el río o en la fuente en verano. A la siesta bajo un árbol o debajo de un carro en la era. Al rumor de los arroyos y a los baños en el río incluso en ropa interior si es que no los habíamos previsto.
¿Y ahora?
Ahora tengo un 4x4.
Ahora ya no dependo del autocar o del coche familiar cargado a reventar.
Mi vehículo me permite adentrarme por senderos de zarzas y árboles en los bosques estrechos. Y llegar a parajes maravillosos que solo si vives allí podrás conocer porque ningún turismo puede llegar por esas veredas y riscos.
Puedo ver paisajes inéditos, dominar alturas con puntos de vista imposibles. A veces, la niebla queda por bajo de donde yo estoy y solo puedo ver en la lejanía la torre de la Iglesia del pueblo mas cercano. Ese pueblo sigue estando ahí. Olvidado de todos, casi sin habitantes, casi siempre con las escuelas vacías por falta de niños. Sin cines, sin teatros, sin campos de fútbol. Pero con sus gentes, sus lugareños, por lo general amables y simpáticos. Que agradecen una visita inesperada, educada y respetuosa. Seguramente hay un sitio para comer esa comida casera que se compone de los productos de la zona y que vas a echar de menos cuando te vayas. Y eso que casi seguro que compraras quesos o chorizos o morcillas o dulces o verduras que como esas no las vas a encontrar en los hipermercados. A lo mejor si hay una fonda u hostal o casa rural vas a hacer una noche o dos.
Y volverás a encontrar al mismo perro. O a otro igual, sin raza ni collar que le sustituya. Y se volverá a hacer tu amigo a cambio de nada o de un trozo de la comida que has sacado de la tartera.
¿Tengo que prepararlo?
No. Si solo voy a hacer eso, no necesito prepararlo. Como mucho unas protecciones de duraluminio en los bajos o unas ruedas mixtas cuando se gasten las otras para mejorar el agarre en campo. De lo demás normalmente mi 4x4 viene sobrado.
Solo si mi excursión va a ser mas “aventura”, como por ejemplo bajar a Marruecos, necesito otras cosas y tampoco son muchas mas.
Entonces ¿por qué preparaciones costosísimas?. ¿Por qué bloqueos de diferencial. ¿Porque snorkel, recorte de paragolpes, winch, faros de largo alcance, jerrycanes, separadores de ruedas, muelles reforzados,... etc?.
¿Estoy inscrito en la Sin Fronteras? ¿Voy a hacer el Paris-Dakar o sucedáneos similares?. Es evidente que no. No voy a competir. Y si fuera a competir aun me haría falta mucho mas en cuanto a preparación.
Porque entonces, mucha gente que conozco, que no va a competir nunca fuera de algún concurso de geocaching o de alguna prueba de trialeras en algún circuito preparado para ello, solo habla de preparaciones costosas, de cambios en el vehículo que necesitan proyecto y homologación.
Cuantos winch se han instalado sin que su uso haya ido mas alla de probarlos alrededor de algún árbol.
Cuantos snorquel no olerán jamás las arenas de un desierto y para justificarlos meterán al coche de sus propietarios en un vadeo del que posiblemente salga dañada la electrónica, aunque el coche respire perfectamente.
Respeto la opinión de cada uno. Reconozco que cada uno es libre de gastarse el dinero en lo que le apetezca. Yo por mi parte, me apunto a la excursión. Disfruto de la naturaleza sin correr por los caminos, casi sin levantar polvo. Me encanta conocer España por los senderos, pero parándome en los pueblos y conviviendo con sus gentes. Disfrutando de su cultura.
Si el camino es imposible, me doy la vuelta y busco otro (hay siempre otro), no expongo la mecánica a roturas insensatas.
Y sobre todo: Disfruto de los amigos. De los que ya conozco y de los que gracias a esta afición voy haciendo nuevos. La mejor preparación que le he hecho a mi coche me costo 60 euros: la emisora de CB. Cualquier viaje se convierte en una fiesta si vamos todos conectados por la emisora.
Y luego las paradas para comer o cenar. Esos ratos compartiendo las viandas, ofreciendo lo tuyo y degustando lo de los demás, las risas, el vino, la cerveza, los orujos...
En resumen ....... YO, EXCURSIÓN.
22 de noviembre de 2008
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5 comentarios:
¡Jope! por no decir otra cosa. Vaya discurso. La verdad es que no tiene desperdicio y estoy totalmente de acuerdo.
Jo!!!! me has dejado con la boca abierta, menudo nivelón que tenemos por aquí escribiendo. Que razón tienes en lo que describes en tus lineas, me siento muy identificado.
Por cierto bienvenido a este grupito que estamos formando de amigos cuatreros...
joder cahorro,real como la vida misma,bienvenido a este foro
joer tio si ke llevas razon aunke yo llevo el coche preparado mas por aficion ke por estetita estoy totalmente de acuerdo contigo aunke lo ke mas me llama es la cantidad de buenos amigos ke se hace disfrutando de los caminos y las comidas y de esos largos paseos por el monte,saludos y nos vemos en el monte...
Impresionante Cachorro, desde la idea hasta el proposito de acuerdo totalmente, por cierto vaya narrativa digna del mejor escritor.
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